Dr. Agustín P. Justo


Jurisconsulto. El doctor Agustín P. Justo que nació en la ciudad de Goya (Corrientes) era un estadista, jurisconsulto, periodista y legislador de ponderada actuación cuando fue designado en 1887 camarista de los Tribunales de San Nicolás. Después de una vida azarosa y un pasado heroico, venía a está ciudad donde llegó a ser muy pronto una figura popular y querida. En efecto, en los días memorables de 1890, para citar un aso, cuando el 5 de agosto se recibió la noticia de la renuncia de Juárez Celman, una manifestación, clamorosa fue a buscarlo a su casa desde cuya ventana pronunció un notable improvisado discurso, ya que poseía el don de la elocuencia. Lo mismo ocurrió en los días 6 y 7 cuando el entusiasmo del pueblo llegó al máximun con motivo del regreso del batallón “San Nicolás”, de Guardias Nacionales.Hijo de un inmigrante de origen italiano, Giambattista Giusto Damonte, y la algecireña Salvadora Morales y Becerra. Brevemente alumno de la infortunada Camila O'Gorman, siguió estudios secundarios en Uruguay y luego se trasladó a Buenos Aires para seguir la carrera de derecho. Doctorado en jurisprudencia, fue brevemente cónsul argentino en Montevideo antes de regresar a su provincia.
Había recibido la enseñanza de las primeras letras de labios de una mujer infortunada, que expiró en el patíbulo, bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, doña Camila O´Gorman. Después del movimiento del 11 de septiembre de 1852, justo enviado por sus padres al Uruguay, en cuya universidad menor cursa con éxito completo sus estudios preparatorios. Concluidos éstos regresa a Buenos Aires, e ingresa en las aulas de la Facultad de Derecho; tiempo después corona de su carrera, y obtienen el título de doctor en jurisprudencia. Durante su estada en Montevideo desempeñó las funciones de cónsul argentino. Periodista y principios y pasiones generosas y como tal, fundador de los diarios independientes “La Patria” de Goya, fue el primer diario que apareció en Corrientes, y “La Esperanza”. Electo diputado  a la Legislatura Provincial hizo oír su palabra persuasiva y galana. Diputado nacional su voz s e levantó para sostener iniciativas fecundas, proyectando puertos, puentes vías férreas que entregasen al comercio, a la industria y al trabajo los tesoros naturales de su provincia.
 Jurisconsulto, distinguido, fue autor de la ley de tierras de Corrientes y del Código del Superior Tribunal de Justicia de Corrientes junto con los doctores Torrent y Lagraña.
 Electo gobernador de Corrientes por la voluntad del pueblo, sólo alcanzó a gobernar en paz durante quince días. Era una época en que las provincias vivían convulsionadas por la guerra civil y a poco de haber estallado en Entre Ríos la revolución de López Jordán, en cuya  campaña fue editor de guerra del ejército del coronel Santiago Baibiene que derrotó al caudillo entrerriano en la batalla de Ñaembé (26 de enero de 1871).
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 El gobernador Justo que tenía 30 años cuando asumió el mando, como decimos en delicadas circunstancias por al alteración de la paz pública, el 25 de diciembre de 1871 hasta el 9 de enero de 1872, había organizado su ministerio con los ciudadanos doctor Juan Lagraña y Valentín Virasoro, de gobierno y hacienda, respectivamente.
 En la madrugada del citado 9 de enero, el coronel Desiderio Sosa encabezando una asonada, redujo a prisión al gobernador Justo, al ministro Lagraña y a don Eudoro Díaz de Vivar.
 Desde el 7, el gobernador Justo estaba en conocimiento de que se tramaba una revolución en Curuzú Cuatiá que reconocía por jefe al coronel Valerio Insaurralde; en tal virtud dispuso la movilización de la guardia nacional de la provincia nombrando el coronel Santiago Baibiene, comandante en jefe de las milicias reunidas al sur del río Corrientes, y al vicegobernador, coronel Calvo, comandante de las milicias movilizadas al norte.
 Permaneciendo el doctor Justo preso en la comandancia de armas, se le permitió alejarse hasta cierta distancia vigilado por una guardia. Tenía ya hablado un botero; como empezaba a oscurecer, pudo saltar a la canoa sin ser notado, el día 12, empezando a bogar con presteza.
 Diese entonces la voz de alarma y salieron en su persecución los botes de la capitanía. El gobernador Justo tuvo que remar con sus propias manos, para poder escapar. Enseguida, los botes de la capitanía emprendieron un registró sobre los buques que se hallaba el gobernador, acompañado de su ministro don Valentín Virasoro, don Filemón Díaz de Vicar, presidente de la legislatura, y 10 oficiales de la guardia nacional, pero el capitán contestó a los perseguidores que les haría fuego si intentaban penetrar al transporte de guerra brasileño “Inhauma· y el 27 llegó a Rosario de Santa Fe, habiendo pedido la intervención nacional, para evitar la efusión de sangre.
 El 1º de febrero se encontraba en Buenos Aires, solicitando de nuevo la intervención nacional, que le fue negada,”por altas razones de conveniencia pública”. La falta de una ley que autorice la movilización de las milicias sin dar lugar a recriminaciones y conflicto, de atribuciones, y consideraciones derivadas de circunstancias locales, aconsejaron año P.E. dejar librada su propia acción las disensiones de Corrientes, producida por elecciones de dudosa legitimidad, para no comprometer las rentas y la paz de la Nación, anota el mensaje del presidente Sarmiento, presentado al Congreso en mayo de 1872.
 Elecciones de dudosas legitimidad eran la práctica corriente en aquellas épocas. El gobierno nacional defendía la buena doctrina, teóricamente, pero nada hacía por que aquellas fueron correctas. Por el contrario, el presidente Sarmiento no simpatizaba con los hombres derrocados por la revolución. He ahí la razón de su actitud en este episodio.
 La iniciación del gobierno central fomentó la guerra civil de Corrientes con todo el cortejo de calamidades. Cien muertos hubo en el combate de San Gregorio entre las fuerzas de la revolución, fuerte de 3000 hombres, y la del gobernador legal, de 4000, al mando del coronel Santiago Baibiene. Y el 4 de marzo de 1872, en los campos de Acosta, a media legua de Empedrado, tuvo lugar una sangrienta batalla, dispersándose la caballería del ejército legal triunfando la infantería; pero falto de municiones fue obligado Baibiene a capitular. Este desgraciado suceso costó a su ejército la pérdida de más de 150  hombres, como 400 heridos y entre éstos el fiel y consecuente ministro de justicia, Dr. Juan Lagraña, que falleció más tarde a consecuencias de las heridas.
 A los cinco días después del combate, que no evitó por “las supremas razones de estado”, llegaron a Corrientes, comisionados por el gobierno nacional, el Dr. Santiago Cortínez y el coronel Julio A. Roca para informar al P.E. del desenlace de los sucesos.
 En el ínterin, El Dr. Justo sostuvo sus derechos al gobierno de Corrientes estableciendo su sede en la ciudad de Goya, pero sin resultado práctico. En el congreso no fue más afortunado. En la sesión del 17 de agosto de 1872, en que fue interpelado el ministro de guerra y marina, el senador de Corrientes, doctor Torrent, haciendo una reseña de lso servicios del Coronel Baibiene que, con las armas en la mano defendió al gobierno legal del Dr. Justo hasta caer vencido, trató de probar que Baibiene fue victima de una hostilidad directa y premeditada de parte del gobierno nacional, a quién hizo cargos de haber ayudado la revolución de Corrientes.
 Alejado de su provincia, fue juez del crimen en Entre Ríos, donando parte de sus sueldos a favor de las escuelas de primeras letras.
 En 1878 participó en el movimiento revolucionario contra el gobernador de Corrientes Dr. Manuel Derqui, y siendo asesor de gobierno renunció también sus sueldos en beneficio de la instrucción pública.
 Hacia 1880 fue nombrado juez de la cámara de apelaciones de Dolores y en 1887 en la de San Nicolás, hasta su fallecimiento ocurrido en esta ciudad el 26 de noviembre de 1896. En el año 1896 el Senado rechazó la propuesta de ascenso a ministro de la Suprema Corte, por su condición de mitrista. Fue un magistrado sesudo y correcto.
 Durante su actuación en San Nicolás vinculóse a la sociedad e instituciones locales de cultura, siendo gran maestro de la orden masónica oriente argentino, fundador del centro Científico Literario, protector de la Biblioteca Popular y colaborador del diario “El Norte de Buenos Aires”, decano e la prensa de la provincia, a donde se le veía llegar de tarde en tarde.
 Su muerte, acaecida en la vieja quinta de la calle Sarmiento, fue un verdadero duelo popular ampliamente evidenciado en el traslado de sus restos a la Capital federal.
 Despidieron los restos del doctor, Justo, los doctores Federico Tobal y Gregorio López.
 Los hijos de Agustín P. Justo fueron: Felipe, Otilia, casada con Rostagno. Agustín, que fue Presidente de la Nación de 1932 a 1938; Emilia J., casada con Moreno vera; Horacio, Laura, Juan y Alejandro.

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